A vueltas con el 14-F

Cuenta la leyenda que, Juan Diego Martínez de Marcilla e Isabel de Segura eran dos jóvenes de las principales familias de Teruel, ambos enamorados, no veian cristalizado su amor debido a los recelos que causaba dicha unión entre sus padres, entonces, como la costumbre era, los padres de Isabel decidieron casarla con noble de alta alcurnia y adinerado (Pedro Fernández de Azagra) y no dar lugar a que creciese aquel amor inconsentido.

Sintiendo Juan Diego que su amor se le escapaba, escalo a edianoche, como mandan los canones la tapia del Jardin de Isabel y le pidió una prenda de amor a su amada, un beso. Obediente a la voluntad de sus padres como era Isabel, se lo negó, bien que su corazón le pedía aquello y mucho más ;-), Juan Diego, ante aquella negativa, sintio que su corazón nunca más podría latir para Isabel, por lo que prefirió dejar de latir para siempre.

Al dia siguiente, en la misma iglesia donde se celebraba el funeral por Juan Diego, estaba llamada a boda Isabel de Segura, quien, perdida en el delirio del amor perdido, y condenada a amar a quien no la amaba, se dirigio con determinación hacia el funeral. Se acercó a contemplar a su amor. Y al ver aquellos labios pidiéndole el beso que le negara antes, no pudo resistirse a esa última petición callada de su amado, y le dio el beso de despedida. Aquella explosión de dulzura y amargura, provoco que su corazón ya malherido, sucumbiera a la violenta sacudida de aquel beso y sucumbiera alli mismo, a los pies de su amado.

La familia de ambos se doblegaron a la violencia de aquel amor, tendieron a Isabel junto a su amado, y celebraron por ambos el funeral, y juntos fueron sepultados para eterna memoria de aquel amor.



Por si algún sagaz lector de nuestro blog, aun no ha descubierto esta historia, mitad realidad, mitad fantasia, se trata de los amantes de Teruel, y viene a colación de que este dia el de los enamorados siempre me recuerda cierta ocasión en la que por estas fechas, estaba yo metido en la lectura de "La sonrisa Etrusca" de Jose Luis Sampedro, y el estar en San Valentin la ilustración de la portada, con la estatua funeraria del matrimonio Etrusco, con la que comienza el libro, hizo plantearme el hecho de que esa tumba existia de verdad, que habian sido un matrimonio, que en apariencia se hicieron una tumba que reflejaba su felicidad, que estaban enamorados, a pesar de no saber siquiera de la existencia de la palabra amor, sino simplemente que ellos dos tenian tanta complicidad, tanta afinidad, tanto respeto que querian pasar a la eternidad juntos, abrazados, para mostrarles a todo el mundo que ese sentimiento que ellos sentian unicamente hacia esa otra persona en concreto y que no eran capaces de expresar ni reproducir, les producia tanta felicidad que la mejor manera de expresala era esa. Y eso en una epoca en la que aun no existia ni san valentin, ni rosas, ni fechas señaladas, ni tarjetas con olor a perfume, ni demas tonterias, como los amantes de Teruel, unidos para la eternidad, sin necesidad de comprarse bombones.



Sed felices, SIEMPRE