Las veo todos los días, cuando regreso de recoger setas en el bosque. Y ellas están allí, tan calladas, siempre mascando chicle, siempre mirándome de hito en hito, mientras se hacen sus confidencias. Seguro que me critican en cuanto me doy la vuelta, pero, ¿no reside la auténtica felicidad en sus miradas un tanto vacunas, en sus apéndices córneos tan vistosos? Muchas veces me pregunto qué sería del género humano si nosotros tuvieramos esas cornamentas. Seguramente los coches tendrían que ser distintos. Luego los hombres vacilarían de lo grandes que los tienen, e incluso llevarían curiosos sombreros con agujeros para lucirlos mejor...
Vacas Tudancas de Río Turbio, Cantabria, esperando el autobús.
5 comentarios:
jugon! veo que el cambio de año no te ha robado ninguna neurona, y sigues tan fino como de costumbre...pero tienes que salir mas, y quemar esas velas, que si no te quedaras en la simple(y congelada) contemplacion de la gran vida derredor...ay esas vaquinhas!
Qué dices, Salinas?
Precisamente hoy he estado haciendo turismo de alpargata por esas montañas de Dios, mientras el pelao era incapaz de viajar -portes pagados- hasta la sierra madrileña...
Tanta vaca, vaquinha y vaquita lechera... que me pregunto yo si al Chuso le gustaría ser Toro... ay torito bravo, lleva botines y no anda descalzo
Estoy hecho un toro, pero esa es otra historia...
Aquí el único Torito es el genuino...
jugon! me referia a salir de tus casillas y no a ver a tus vaquillas, ke luego te coges to´s los virus del mundo y alucinas con verdes praderas, vauxhall and i!
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