Eres lo que comes (y II). Basura en tu comida.

He visto en las páginas de el pelao bebe guolf, nuestro blog hermano (no sé si decir hijo, o primo), una foto muy buena de una pintada aparecida en una cabina de teléfonos, creo que por la zona de la puerta del Sol, en Madrid, con un texto muy descriptivo:

basura en tu vida, basura en tu comida.

En principio se tenía que haber convertido en un grito contra los comedores de carne, entre los que nos incluimos los autores de este blog (como ya demostramos en el artículo cosas para un fin de semana en el campo, no sabemos pasar 48 horas delante de un fuego sin echarle trozos de animales muertos). Incluso un lema para pintar en un casco, al estilo de Meat is murder, de los Smiths. Pero lo que me ha traido a la cabeza ha sido la cantidad de basura que en realidad podemos llegar a comer todos, incluidos los vegetarianos, dada la mala conservación de angunos alimentos, la cantidad de aditivos, conservantes y porquerías que les añaden, más la contaminación por bichos y porquerías que pueden llegar a tener las comidas preparadas que nos venden. Y todo ello sin tener que ir a comer a ningún restaurante. Me refiero solo a los productos que compramos en el mercado o en las tiendas.

SCIRI, además de ser las siglas del Supreme Council for the Islamic Revolution in Iraq, المجلسىللثورة الإسلامية في العراق, también significa Sistema Coordinado de Intercambio Rápido de Información. En la página de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria os podéis descargar la memoria del SCIRI de 2002 (menos da una piedra), donde se pueden ver la cantidad de porquerías que se detectaron ese año en los alimentos que nos llevamos a la boca. Toxinas, salmonellas, estreptomicinas en pistachos y otros frutos secos o en el pescado, restos de vidrio en los potitos, restos de aceite lubricante en sustitutos de la leche materna, cloranfenicol en la jalea real o en las carnes... Incluso en ocasiones se dan casos de excrementos de rata o insectos en comidas preparadas. No me extrañaría nada que un día nos encontrásemos fetos humanos en la comida infantil.

Y de esta peste no se libra nadie, ni los veganos, pues ya hemos visto como nos están contaminando también la jalea real que tomamos para animarnos, y los panchitos que nos ponen con nuestras cervezas en el bar. Yo mismo ahora me encuentro atravesando una gasgtroenteritis que me estoy curando a base de acuarius y patata cocida. Gracias Pitxi por tu patata cocida de esta noche. En estos momentos, Barsa 2-Madrid 2, y Ulegué a la p. calle...