No, no es una novela póstuma de la maestra del misterio Agatha Christie. Ya no ciegos, sino tuertos, podría haber sido un apelativo para aplicar a mi primo y sin embargo amigo P.M. Pelao tercero y a mi, tras sendos accidentes absurdos acaecidos en estos últimos días. En cualquier caso, no mencioneis a Prince Michael los rodamientos de patinete, y a mi las botas de niñas de dos años y medio pataleantes.
Porque estas últimas semanas he disfrutado full time del ímpetu infantil de mi querida hija (ya sabéis, la que las malas lenguas dicen que bauticé inspirándome en una canción de Pulp, pero a la que en realidad puse nombre intentando integrar raíces griegas y romanas que son tan nuestras). Ahora que se acaba mi permiso de paternidad, me estremezco al pensar en mi pobre mujer atendiendo a este ciclón aún sin amaestrar y a nuestro nuevo hijo, que, sin abandonar el rollo latino, aunque en este caso más bien etrusco, acudirá a las aguas bautismales haciendo un pequeño homenaje a ese incomprendido de Catilina. ¿Qué mejor forma de celebrar estas fechas navideñas que con un nuevo nacimiento?
Me he quedado un rato solo con Catilina y tras unos forcejeos he logrado dormirle con un poco de música. Dios salve a Franco Battiato.
1 comentario:
jajajaja...ya sabes lo que decia ford al respecto de la bebida y el dinero...pues eso! y larga vida a nuestros doloridos ojos! salud
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