El Estado me alarma

Hoy he salido para dar una vuelta por mi hermoso barrio de Pacífico. Cacanilles, Doctor Elcerdo, Mariano de Caca. Todas las calles, avenidas y plazas de mi hermoso barrio de Pacífico sembradas de excrementos caninos (también conocidos como cacas perrunas, zurullos, o como a mi me gusta llamarlos, “políticos deshidratados”). Las “cundas” pasan, intermitentes, por la avenida del Mediterráneo. Unos “coleguillas” han tenido un golpe con el coche, no han frenado al llegar al semáforo y han sacudido por detrás a un utilitario. Una pareja de desaprensivos propietarios de perros (varios caniches sin atar corretean a su alrededor, mordiendo ocasionalmente la canilla de algún anciano), olisquea un zurullo reciente junto a una zona infantil, se miran, escépticos, y concluyen que no ha sido producida por ninguno de sus canes, por lo que se alejan, tranquilos, del humeante residuo.

El gobierno ha decretado el estado de alarma del artículo 116.2 de nuestra carta magna, tras el abandono de su puesto de trabajo de cientos de controladores aéreos en la jornada del viernes, lo que propició el cierre del espacio aéreo español. Se trata de un estado de alarma poco creíble, sin tanques recorriendo las calles y toques de queda. Rodriguez-Zapatero amenaza incluso con el estado de excepción y el de sitio, con sirenas antiaéreas y fusilamientos al amanecer. Claro que para decretar el estado de sitio sería recomendable tener a algún ejército que nos estuviera sitiando. No creo que los 400 controladores rebeldes puedan ser considerados un ejército invasor.

España en estado de Alarma. Sería preferible que en lugar de ver tanques por las calles pudiéramos contemplar divisiones de moto-cacas patrullando las calles de mi hermoso barrio de Pacífico. O mejor todavía, francotiradores en los tejados disparando a los desaprensivos propietarios que no recogen los regalitos de sus perros.