En un Madrid desierto

En estos tiempos estivales que corren por España es normal que cueste encontrar noticias dignas de mención. Los kiosqueros venden periódicos cada vez más delgados, lo que les produce una profunda congoja que les hace huir abandonando sus kioscos madrileños que quedan como ballenas varadas en la playa de asfalto. En ocasiones hay que recorrer varios kilómetros hasta dar con un establecimiento de venta de prensa abierto para poder abastecerse. Yo en cambio tengo la suerte de que me pongan encima de la mesa cuatro periódicos todos los días, lo que me permite ver esas noticias tontainas y de medio pelo que nutren como pueden las páginas que se siguen imprimiendo.

Entre estas destaca por ejemplo la manera en la que los chinos nos dieron gato por liebre en la inauguración de los juegos olímpicos, con los fuegos de artificio grabados en plan película días antes y emitidos como si fueran en directo, con un buen montaje del directo de “La Casa de las Dagas Voladoras”, y sobre todo con la niña encantadora en su traje rojo, en lugar de la niña oronda, con el pelo churretoso y los dientes desparejados que canta bien... (Y luego se cabrean porque aparezcan los jugadores españoles de baloncesto achinando los ojos... ¡Cómo me recuerda todo esto a cuando echaron a Anthony Hopkins de la Universidad! La culpa la tienen los articulistas mamones ingleses y yankees).

Pero cuidado con esta idea de sustituir cantantes entrados en carnes o con peor dentadura que el Cuñao por otros que cumplan los cánones estéticos de esta sociedad gazmoñona y de consumo fácil. Terminaríamos proscribiendo a gente como Mikel Erentxun (por tener los dientes desparejaos), Tom Chaplin, cantante de Keane (por tener la cara regordeta) o Meat Loaf (por sus kilos de más)... o a Prince o a Rick Astley por bajitos... Aunque creo que con carácter general los cantantes más feos son los que se dedican al Heavy.