Y este reloj también es un juguete de los que imaginábamos hace 30 ó 40 años.
O como aquel más cercano de los 80, ese que me contaron que tenía un japonés con viveza criolla (de la que no estoy orgulloso, aclaro).
Era más o menos esto lo que pasó:
"En un subte (metro) un argentino miraba maravillado como un japonés, en viaje de negocios a juzgar por las dos pesadas maletas que llevaba, hablaba con su reloj: -Si quelida, esto es muy lindo. Plonto estalé en casa!
El argentino decía, como yo, ¡qué cosa bárbara estos asiáticos con sus inventos!, mientras el japonés ahora se enfrascaba en otra conversación "relofónica": -Si Señol, el melcado local es muy activo, plonto llegalé a la oficina y hablalemos de eso. Adiós. Sayonara!
El curioso argentino no pudo con su genio y cuando el japonés tomó sus valijas y se aprestaba a descender del coche lo siguió y le habló en el andén: -Hey, señor, estoy impresionado con su reloj-teléfono. se lo compro ya mismo. ¿Cuánto quiere por él?
El japonés apoyó sus maletas en el suelo y con una mano en el codo y la otra rascándose la barbilla pensó un valor. Al compulsivo comprador le pareció acorde a esa maravilla de la microtecnología y aceptó. Desembolsó el dinero y sellaron la transacción con un apretón de manos. Mientras el nuevo dueño se calzaba el reloj en la muñeca advirtió que el japonés se marchaba contando los billetes; pero había dejado las maletas en el andén. Entonces le gritó:
-Hey, señor!! Se olvida las maletas!, y el japonés con una mano en alto, saludando y con una gran sonrisa le grita: -No señol, esas no son maletas: son las batelías del teléfono!!!
¡Feliz Año 2009 para todos y un especial abrazo a mis amigos Gangs!