La boda de mi gran amigo BigMike fue de las de antología. Un marco precioso, la bella ciudad de Granada. Se comió y se bebió hasta el hartazgo. En la ceremonia religiosa, un cuarteto de cuerda de esos tan al gusto de Napollardón. Eso sí, mientras el cura nos deleitaba con su sermón, entró en la iglesia el individuo que podéis ver sentado ahí abajo. Descalzo, en la diestra un litro de cerveza. En la siniestra una bolsa de pescao podrido. Deja su cargamento bajo la hornacina de un santo. Se dirige al altar mayor. Se santigua. Le pide un cigarro al novio...
Tuvieron que intervenir unos policías invitados al evento y yo mismo, pues el pelao de turno se resistía a abandonar el recinto sagrado sin recuperar el líquido que había introducido dentro. Por el mismo precio le devolvimos también el pescao podrido.
Otra anécdota para recordar de la capital nazarí, junto las juergas del Mae-West y los paseos por el SacroMonte.