Esto es, entre otras cosas, lo que llegás a tener a los treinta y pico de años: un montón de amigos (si es que los supiste conservar) que te amontonó la vida y fuiste guardando.
Primero los del barrio, en la niñez y adolescencia, esos con los que jugabas al fútbol en el parque y más tarde empezaban a descubrir a las chicas y llevarlas al mismo parque. Menos fútbol, más parque...
Más tarde los de la facultad. De esos me quedé sólo con uno.
Los del trabajo, los que heredás por carácter transitivo... Y así se va llenando tu vida de amigos.
Luego formás una pareja, la pareja crece a familia y todos se encuentran con tantos más seres para querer.
Entonces un día llega Fin de Año y querés juntarte con algunos de tooodos esos amigos (a los que supiste conservar) para chocar unos vidrios y celebrar por todos estos años y por el nuevo que viene.
¿Y qué encontrás? Encontrás que uno tiene la cena anual con los socios del trabajo, otro el cumpleaños de no sé quien, el otro no sé que compromiso de últimos días del año, y así sigue la lista.
Pero hay uno que te dice: “Sí. Dale! ¿A qué hora y dónde?” Y ahí estuvimos. Solo dos amigos brindando por su amistad, con cosas compartidas y otras para nada compartibles, en un antro lleno de otros tantos amigos desperdigados por las mesas, sin compromisos laborales, familiares, ni de ningún otro tipo más importantes que la amistad.
Perdón si esto no condice con el espíritu de Fin de Año, pero me pasó ayer y está muy tibia la herida (¿?).
El próximo post será acerca de la conversación de dos amigos a Fin de Año.
Primero los del barrio, en la niñez y adolescencia, esos con los que jugabas al fútbol en el parque y más tarde empezaban a descubrir a las chicas y llevarlas al mismo parque. Menos fútbol, más parque...
Más tarde los de la facultad. De esos me quedé sólo con uno.
Los del trabajo, los que heredás por carácter transitivo... Y así se va llenando tu vida de amigos.
Luego formás una pareja, la pareja crece a familia y todos se encuentran con tantos más seres para querer.
Entonces un día llega Fin de Año y querés juntarte con algunos de tooodos esos amigos (a los que supiste conservar) para chocar unos vidrios y celebrar por todos estos años y por el nuevo que viene.
¿Y qué encontrás? Encontrás que uno tiene la cena anual con los socios del trabajo, otro el cumpleaños de no sé quien, el otro no sé que compromiso de últimos días del año, y así sigue la lista.
Pero hay uno que te dice: “Sí. Dale! ¿A qué hora y dónde?” Y ahí estuvimos. Solo dos amigos brindando por su amistad, con cosas compartidas y otras para nada compartibles, en un antro lleno de otros tantos amigos desperdigados por las mesas, sin compromisos laborales, familiares, ni de ningún otro tipo más importantes que la amistad.
Perdón si esto no condice con el espíritu de Fin de Año, pero me pasó ayer y está muy tibia la herida (¿?).
El próximo post será acerca de la conversación de dos amigos a Fin de Año.
Lo prometo más divertido.
¡Feliz 2008 para todos! Aquí y allá.
¡Feliz 2008 para todos! Aquí y allá.
Este post va dedicado a esos amigos que se hacen un hueco para compartir algo.
3 comentarios:
Los amigos siempre están ahí, sólo hay que sentirlos, y si además coincide que puedes compartir el espacio y el tiempo con ellos, entonces el día es perfecto :)
Feliz 2008 Pelado!
Anoche estuvimos muchos de la facultad reunidos, faltó Pitxi, reunidos y brindando por todos los años que hemos estado juntos y los que nos quedan...
Muy emotivo, gente que vive en Londres, en Murcia, en Granada... Ojalá nos pudiéramos ver más seguido!
Que el próximo año 2008 sea excelente!!
Felicidades, Pelado y Color!
Yo al reves Chuso, que siempre ando aqui y en esta ocasión me fui fuera, aun asi mis amigos siempre encontraran un hueco en mi agenda, estan por delante de reuniones laborales quedadas con el fontanero y visitas al dentista, lo unico que tengo que agradecerles es que esten ahi.....
gracas por el post pelado muy emotivo y cierto
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