CHUZZ, PELADO, O DE FLANEURETTE Y EL DE BRUNETE

08 noviembre 2007

El Soneto


En relación a los últimos relatos colgados en este nuestro blog, me comenta mucha gente que si lo hago a menudo, o son historias ya escritas que luego modifico o si tengo muchos de ellos escritos y voy subiéndolos poco a poco, y la verdad es que no, para aclarar todo un poco son historias que se me ocurren sobre la marcha, en momentos en los que tengo poco que hacer y mucha imaginación a punto de desbordar, tb es verdad que de todo lo que me viene a la cabeza, gran parte acaba en la papelera de mi disco duro, por carecer de final de principio, de sentido o de lo absurdo que es.

El post en si viene en referencia a este pensamiento pronunciado en voz alta en el párrafo anterior y que en animada tertulia con el pelao, vino a mi memoria, una anécdota que me ocurrió en séptimo de EGB, que si no recuerdo mal, debería de tener unos doce o trece años, (quien los pillara ahora, con lo que sé). Por aquel entonces yo un aun inocente y recatado Pitxi, callado como solo yo puedo ser en según que circunstancias y reservado como pocas veces, me dedicaba a pasar por el colegio, tener dos o tres amigos, de los que nunca he vuelto a saber, no meterme en líos, jugar el máximo de tiempo posible y estudiar lo justo para pasar el curso, aun así este pequeño e introvertido Pitxi, albergaba un secreto inconfesable, a no ser que quisiera que le corrieran a gorrazos en el cole, y es que le gustaba escribir, le encantaba inventar historias o simplemente contar lo que soñaba cuando dormía, que por aquella época era mucho, de hecho, hasta los siete años mi madre tenia que entrar en clase a buscarme , pq me quedaba dormido en el pupitre. Pues si escribir esa su hobby y pasión inconfesable, muchas veces iniciaba cuadernos de cuentos inacabados o creaba personajes que nunca encontraban un final, pero el simple hecho de crearlos le llenaba de satisfacción, hasta me plantee estudiar periodismo, porque para mi representaba escribir, menos mal que luego descubrí de que va ese “rollo”, aunque cambie Guatemala por guatepeor, pero eso es otra historia.

La oportunidad de “salir del armario literario”, se me presento un día de aquel curso en séptimo de EGB, con Dña Maruja, pq antes los profesores eran don y doña, no Paco Tere o colega, en la que planteó la redacción de un poema, un soneto en concreto, que haría media con la nota final, y aunque la poesía nunca ha sido mi fuerte me lo plantee como un reto.

Así, salí de casa una tarde de primavera, hacia sol y temperatura agradable, llevaba un boli, un lápiz, una goma de borrar y un cuaderno, en el escrito las normas básicas del soneto, catorce versos de once silabas, divididos en dos cuartetos y dos tercetos y mi destino, el parque del retiro, un lugar que por proximidad a la casa de mi madre y mayor cercanía al colegio, conocía y conozco como la palma de mi mano y en concreto buscaba la paz y sosiego que proporcionaban por aquel entonces los hoy cerrados al publico, jardines de Cecilio Rodríguez. Con el bola, iba escribiendo ideas, frases, nombres y palabras sueltas que me venían de inspiración, con el lápiz, transcribía esas evocaciones a catorce versos de once silabas, divididos en dos cuartetos y dos tercetos, la goma corregía mis lógicas equivocaciones, fue una tarde inspiradora y sacrificada de duro y fructífero trabajo, la verdad es que estaba satisfecho.

Presente mi soneto junto con el resto de mis compañeros y no creo que ninguno tuviera la misma ansiedad en los siguientes días por ver el resultado de la tarea. Al final, como todo en esta vida, llego el resultado, “tengo los resultados de los sonetos”, dijo, la profesora, conforme nos llamaba nos levantábamos recogíamos el soneto con la nota puesta y en la mesa nos hacia un comentario, mi resultado os preguntareis, no lo podríais haber imaginado, me llamó, y como alumno disciplinado que era, me dirigí a la mesa cogi mi soneto, que extrañamente estaba tachado por una cruz roja y una palabra garabateada encima, “repetir”, levante mi cara de asombro a Doña Maruja pidiéndole explicaciones con la mirada y como respuesta obtuve un

- “de donde lo has copiado??”

- De ningún sitio señorita se lo prometo

- “no me lo creo repítelo y no copies esta vez”

La verdad es que con el tiempo veo esto como una anécdota agridulce, pq si en el fondo pensó que había copiado, es pq el soneto era bueno, la pena es que aun no lo conserve y que me amargaran y quitaran las ganas de esforzarme durante una buena temporada.

Resultado llegué a casa con un berrinche de aupa, cogi un libro de sonetos y le copie uno al azar, me puso un 7 y una nota, “ves como no era tan difícil”, efectivamente, no era tan difícil

6 comentarios:

O de FLANEURETTE dijo...

ja ja, buenisima la historia! y sobre todo que dios con su clemencia aguda nos ha privado "gracias a" de tener que aguantar a otro sabina...
ahora en serio, creo que disfrutarias (y asi le haces un homenaje postumo) con la novela "las ninfas" del malogrado umbralete-bufandete...es una recomendacion pelaa para tu espiritu literario immmmanente...yiii!

Chuzz dijo...

malditos profesores! matando la creatividad de un crío!

Si me encuentro con esa tiparraca la hago tragar las obras completas de Gloria Fuertes!

María Paz Díaz dijo...

Buf, el cole, con sus profes decididos a medir a todos los niños por igual.
Mira que no sé si hubiera sido bueno que te hubiera creído...

Pitxi dijo...

Al final quedo como anecdota, pero quien sabe si no habia un bucay en mi interior, tal y como me dijo el pelao el viernes

Chuzz dijo...

Si hay un bucay en tu interior, es porque te lo has comido. No creo que te haya crecido él solito dentro.

Anónimo dijo...

Buen comienzo